1ºer piso, Puerta 7 - Noa

Noa metió la llave en la cerradura e intentó hacerla girar para abrir la puerta. No giraba. Estaba cansada, mojada por culpa de una lluvia que la había pillado sin paraguas y cabreada porque la puñetera puerta no se abría. Suspiró, tratando de recordar nosequé de un mantra del junco al viento y otras tonterías, pero al menos trataba de calmarse. La puerta seguía sin abrir.
La mochila cayó al suelo haciendo algo parecido a "chop" mientras Noa se había subido al picaporte tratando de girar la llave y abrir la puerta de la que sería su nueva casa, puede que definitiva. Al menos durante el mes que ya había pagado de alquiler.
Las patadas no servían, los insultos a la madera tampoco... hasta que su muñeca giró al lado contrario y se hizo la magia. Con la suavidad de un libro nuevo, la puerta se abrió y Noa se quedó mirando al infinito con cara de resignación.
- ¿Y porqué no me dijeron que era una cerradura para disléxicos?- murmuró para sí misma.
Cogió la mochila que chorreaba del suelo y cerró la puerta a su espalda de una patada. Era su único equipaje, y procedió a realizar el ritual que tantas veces había hecho a lo largo de su vida. Sacó seis cervezas del macuto y metió cinco en la nevera, abrió la sexta y colgó en el tendedero de la cocina unos vaqueros, unas bragas y dos camisetas. Se tumbó en el sofá de séptima mano y se quedó mirando al techo mientras la violenta lluvia trataba de romper los cristales de la casa.
Levantó la botella al aire y brindó.
- Wellcome home, honey.

Al día siguiente, se despertó. Parpadeó mientras la luz que se colaba por los grandes ventanales le cegaba hasta el punto de no ser capaz de abrir los ojos ni un poco, y trató de recordar. Aunque tampoco había mucho de lo que preocuparse: al terminarse la cerveza, se había quedado dormida escuchando el relajante ruido de la lluvia contra los cristales, y estaba tan cansada que allí se había quedado sin moverse hasta bien entrada la tarde.
Se desperezó estirándose como un gato y se dispuso a revisar su nueva casa, pasando por todas las habitaciones para ver qué tìpo de casa había alquilado. Lo cierto era que el piso estaba demasiado bien para lo que costaba: quitando que era algo viejo y que contenía pocos muebles, constaba de tres habitaciones, un baño muy amplio, una cocina con todo lo necesario para sobrevivir a base de sobres de sopa y una sala de estar casi tan grande como una pista de circo. Con tele.
Cierto era que la decoración era tirando a escasa: ningún cuadro que adornara las paredes, sino marcas de los que había habido anteriormente, pero Noa pensó que tampoco era relevante para el tiempo que iba a estar. Además, el piso tenía un balcón enorme desde el que podía salir a fumar mientras disfrutaba de una vista maravillosa, a un bosque cercano con unos árboles milenarios que parecían contener criaturas mágicas habitando en ellos, por lo que no se preocupó por una nimiedad como era tener un cuadro en la pared. Daba al oeste, y no pensaba perderse ni una sola puesta de sol.
Noa sacó una botella de cerveza de la nevera (lo único que había) y se puso a descolgar la ropa del tendedero, ya seca, para guardarla en el gigantesco armario del dormitorio principal. No necesitaba una cama grande, pues no quería volver a tener que traer clientes a casa nunca más, pero sabía reconocer una cama cómoda cuando la veía, y si encima era la más grande mejor que mejor.
Pronto sintió como si llevara allí toda la vida, se encontraba a gusto y cómoda, y trató de disfrutar mientras se abría la segunda cerveza del día, con la tele de fondo dándole la bienvenida. Sonrió para sus adentros y dejó que sus pensamientos se extinguieran con las ondas televisivas.

Edgar se paró frente a su puerta, confuso, mirando un papel con una dirección apuntada, pero el número del piso se había borrado. El olor que le llegaba a través de la puerta, aunque débil, le era completamente desconcido. Aún así, un tanto dubitativo llamó al timbre.

El sonido del timbre hizo que el corazón de Noa se le subiera a la garganta. Nadie sabía que ella estaba allí, le había costado mucho borrar sus huellas y cuando por fin creía estar a salvo...
"Seguramente será un vecino que viene a pedir sal" pensó para calmarse, sin resultado.
Buscó algo con lo que poder defenderse: no había cuchillos jamoneros, ni palos grandes, ni lámparas de pie, nada que le sirviera. A no ser...
Escondiendo la escobilla del váter detrás de ella, Noa se decidió a abrir la puerta. "No es muy duro, pero contiene varias generaciones de gérmenes, alguno mortal tendrá que haber entre ellos" pensó.
Abrió la entrada a la casa y se quedó mirando al que había hecho sonar el timbre.
- Esto... ¿hola?

Edgar la mira con una sonrisa amable.

-Disculpe, signnorina, creo que me equivocado, buscaba a un conocido, pero esta claro que me he equivocado. Lo lamento. Es que no tengo apuntado el número del piso.-Edgar sonríe suavemente.

La sonrisa del visitante hizo que el miedo de Noa desapareciera por completo. Disimuladamente lanzó la escobilla por detrás y se apoyó con un hombro en el marco de la puerta, abriendo esta un poco más.
- Vaya, qué pena, ojalá pudiera ayudarle. No sé cuántos pisos tiene este edificio, pero puede probar en todas las puertas número 7... quiere que le ayude a buscar a su amigo?- Noa se relame por dentro mirando la cara tan dulce de aquel hombre.

-No se preocupe, signorinna, ni siquiera estoy seguro de que sea en un número 7.-se ríe suavemente.- Quien tomo el recado tampoco se acuerda, creo que tengo trabajo para rato.-sonríe amablemente

"Que se te escapa!!!" Pensó Noa a la desesperada.
- Oh, no es molestia, estaba aburrida en casa y así aprovecho para conocer a los vecinos: acabo de mudarme y no sé ni con quién vivo ^^. ¿Quiere beber algo mientras buscamos? Lamento que sólo puedo ofrecerle cerveza.
"Rica y fría cerveeeezaaaa" pensó.
- Por cierto, me llamo Noa, pleased to meet ya- le dijo tendiéndole la mano a aquel hombre que le estaba resultando encantador.

-Gracias, signnoria. Creo que puedo parar un momento a tomar una cerveza fresca.-sonríe.-Mi nombre es Edgar.-dice extrechando la mano que le tiende

(Por cierto todo te lo imaginas con acento italiano. Ah, y también soy Uriel así que si le ves conectado, soy yo y no tardaré en contestarte ^_^)

Ella le abre la puerta de par en par para que el apuesto italiano pueda entrar. Aprovecha para echarle un rápido repaso por detrás, secándose las babas que amenazan con salirse de su boca ante semejante ser.
"Tranquila, no son negocios, sólo es una cerveza. Y quizás puede que otra" piensa.
- Siento que se encuentre el piso así, ya le digo que acabo de mudarme y de momento la casa está un poco... desnuda- le acercó una botella recién sacada de la nevera.- Chin chin.

(Ok, estaré al loro XD)

-No te preocupes, Noa, mi casa tampoco está como me gustaría.-sonríe aceptando la cerveza que le tiende.- Hay una tienda de muebles en el centro que esta bien de precio, puede que allí encuentres algo para tu casa.-sonríe. La cara de Noa le agrada.

(Te lo digo para que sepas que estoy, aunque Edgar no aparezca como conectado, pero sí Uriel ^_^)

- Es una buena idea. Aunque dudo mucho que sea capaz de encontrarla yo sola :P No me manejo muy bien por los sitios que no conozco.
El tirante de la camiseta de la chica resbaló dejándo su hombro al aire. Por supuesto, fue a drede, y ella le miró directamente a los ojos, tratando de encontrarse con su mirada.

(Ok, ya lo pillo mejor :P)

-Si quieres yo te puedo acompañar después de recoger el paquete que me tiene que dar mi amigo.-sonríe, sin dar importancia al tirante caido.

- Em... un detalle por tu parte ^^ -Noa trata de recuperar su dignidad echando un buen lingotazo- Así que estás buscando a esa persona para que te dé un paquete. Mira, si es algo turbio... prefiero no tener que ver. No quiero tener que huir de nuevo, supongo que me entiendes.
Aunque no le parecía en absoluto, con esa cara de ángel, que Edgar fuera de ese tipo de gente, Noa procedía de un mundo en el que nada era lo que parecía, y menos los spagetti que eran capaz de resistirse a sus encantos ignorándola. No quería tener miedo, pero le resultaba inevitable.

-¿Turbio? no, claro que no, son unos libros que ha traido de Estados Unidos, nada más. No te preocupes, no te metería en un lío, Noa.-sonríe amablemente. Sus ojos felinos la miran mientras lo hace

Ella se sonrojó por haber sido tan malpensada, pero se excusó a sí misma diciendo que era supervivencia.
- Mm, pesarán un montón... te ayudaré a llevarlos ^^
Noa se levanta de un salto, terminando la cerveza de un último trago y señala a la puerta, emocionada.
- ¡Está bien, busquemos a tu amigo! Llamaremos puerta por puerta hasta que aparezca y le encontraremos

-O si no le puedo llamar al movil.-se ríe sacando el movil del bolsillo.-Es muy posible que ni este en casa.-marca el número y tras una breve conversación suspira.- Ya tengo su dirección completa, pero ahora no esta en casa.

- Un día tengo que comprarme un cacharro de esos- dijo señalando el móvil de Edgar- El que tenía tuve que tirarlo, y ahora no tengo a nadie con quien usarlo... pero reconozco que dan un toque muy sofisticado.
Se acercó al visitante y le dedicó la sonrisa más inocente que su cara de niña mala fue capaz de poner.
- Lo cierto es que si tu amigo no está y no tienes nada que hacer, no me vendría mal una visitilla a esa tienda de muebles que has dicho. O al menos si me hicieras un mapa...
"Aunque acabaré perdiéndome como siempre, mi sentido de la orientación es el de un cerdo :__(" pensó apesadumbrada.

-Si quieres te acompaño y de paso miro unas cosas que necesito para casa. Por suerte he traido el coche, por si hay que traer muchas cosas.-le sonríe amable.

-*Que chica tan símpatica*-piensa, sin darse cuenta de las intenciones de Noa

(Que jodienda que para ver si se actualizan los post haya que estar pendiente en la pág principal y a veces ni po eso y hay que estar entrando y saliendo XDD)

- Ooooh, gracias!! Me vendrá muy bien, necesito a alguien con fuertes músculos que me ayude a traer los... eh... sillas? Si, eso, necesito sillas! ^^ Gracias por ofrecerte, eres un cielo- y con la excusa perfecta, le planta a Edgar un abrazo.
- Claro que tampoco puedo pasarme, mañana empiezo a trabajar y no tengo muy claro cuándo cobraré, así que tampoco puedo gastar mucho. Y necesito cerveza, que no hay... y puede que algo de comida. Pero eso será si me llega :P

(De momento lo dejo por hoy, tienes razón menuda patata para actualizar esto XD)

-Lo primero es la comida, Noa. Podemos mirar sillas si quieres. Yo miraré unas lámparas, que por la casa tenemos que ir a tientas.-se ríe.-Un compañero de casa casi se cae anoche por las escaleras, menos mal que al final no le pasó nada. No tiene importancia, si puedo ayudarte lo hago encantado

(ok, mañana no estaré hasta la noche xD)

Noa se pone la chaqueta de cuero y se cuelga la mochila al hombro.
- ¡Qué gracioso! Lo primero es el bebercio, luego alguien con quien compartirlo, luego un lugar donde tomarlo... y ya vendrá lo demás. Vamos?
Juntos salen hasta el pasillo, cerrando la puerta a sus espaldas y echando una llave.
"No te olvides de que la puerta va mal" piensa "no quiero empezar mi relación con el casero diciendo que se me ha roto la llave dentro de la cerradura T_T"
- Sabes, Edgar, te agradezco que te estés tomando tantas molestias conmigo. Eres la primera persona que conozco de Sweet Paradise, y la verdad, me he sorprendido gratamente!!^^ Eres italiano, no? Qué te trae por aqui?

-Para mí lo principal es la comida, además no suelo beber.-sonríe.-Yo no conozco practicamente a nadie que no conociese antes de mudarme a Sweet Paradise. Sí, soy italiano, pero hace tiempo que deje mi tierra atrás.-suspira.-Mi gente, mi patria... pero no me arrepiento.-sonríe.-Lo haría de nuevo sin dudarlo.

(Sorry, hoy no he estado en todo el día)

- Si, yo tampoco me arrepiento de haberme largado. Demasiados recuerdos que deben quedarse allí, jejeje. Bueno, y llevas mucho tiempo por aquí? Seguro que conoces mil sitios para divertirse ^^. Es lo único que quiero hacer ahora, ganar dinero y divertirme, y lo primero aún no ha empezado.

(tiramos a la mueblería a ver lámparas? XD)

-Realmente llevo poco y no conozco mucho la zona. Además, por raro que suene, soy diurno-sonríe.-Y prefiero pasar las tardes tranquilo en casa, leyendo, paseando por el jardín, jugar con Saffron... Saffron es un niño que vive en casa... soy muy casero.-sonríe de nuevo